La cuestion de que cuenta como vestimenta profesional para los politicos de Australia volvio a surgir esta semana. El diputado de los Nuevos Verdes, Max Chandler-Mather, se levanto para hablar en el turno de preguntas. Llevaba un pulcro traje azul marino y una impecable camisa de algodon, con la intencion de plantear una pregunta sobre vivienda social.
Pero su camisa estaba desabrochada en el cuello, y un problema real, como lo vio el parlamentario nacional Pat Conaghan, era el hecho de que Chandler-Mather no usaba corbata.
“Supongo que no deberia sorprenderme de que la Coalicion se preocupe mas por los lazos que por las personas que esperan anos por una vivienda social”, escribio Chandler-Mather en Twitter.
El miembro de la aparente afrenta de Griffith a la vestimenta profesional es el ultimo de una serie de debates sobre lo que visten los lideres del pais.
Vestida para la politica australiana
Aunque los parlamentarios masculinos de Australia generalmente usan corbata en la camara, la Practica de la Camara de Representantes (la guia definitiva de procedimiento y practica) dice que la vestimenta “es un asunto de juicio individual de cada miembro”.
La apertura del primer Parlamento de la Commonwealth en 1901 fue un asunto lujoso. Como lo informo el Argus, los hombres se vistieron con su mejor atuendo formal, en «tonos sombrios» de luto por la reina Victoria, «suavizados con toques de purpura aqui y alla». Los uniformes escarlata de los gobernadores y oficiales dieron un “toque de brillo”.
Y pocos podrian olvidar los pantalones cortos rosados que uso el primer ministro de Australia del Sur, Don Dunstan, en 1972. Dunstan desato un frenesi mediatico cuando se presento en la Casa del Parlamento de Adelaida, el llamativo color brillante de sus pantalones cortos se combino con una camiseta blanca ajustada y pantalones largos. calcetines blancos gastados hasta las rodillas.
Cinco anos antes, la ropa informal de Dunstan habia sido fotografiada para el Boletin como un «ejemplo de verano» para los empleados de los departamentos gubernamentales, y el articulo predecia que la corbata estaba «lenta pero a reganadientes a punto de desaparecer».
Cuando el Boletin nombro a los hombres mejor y peor vestidos de Australia en 1976, el extravagante politico federal Al Grassby recibio el titulo de peor vestido. Dunstan encabezo la lista de los mejor vestidos.
Conocido por usar trajes audaces y poco convencionales contra la uniforme gris de sus colegas, el Bulletin comparo a Grassby con «algo salido de Guys and Dolls». Otros apreciaron su estilo incontenible: su traje morado, que uso cuando presto juramento al parlamento, o sus corbatas estampadas llamativas.
Desde 1983, se ha alentado a los parlamentarios federales a vestirse con “pulcritud, limpieza y decencia”, como dijo el expresidente Harry Jenkins.
El ano pasado, el diputado maori Rawiri Waititi fue expulsado de la camara de debate del Parlamento de Nueva Zelanda por negarse a llevar corbata.
Describiendolo evocadoramente como una «soga colonial», Waititi insistio en que el colgante de piedra verde hei tiki que llevaba en el cuello representaba una corbata para el, al mismo tiempo que lo vinculaba a su pueblo, cultura y derechos maories.
Siguio un feroz debate. ¿Eran los lazos abreviaturas de masculinidad, estatus u opresion? Posteriormente, se eliminaron las corbatas de la «atuendo de negocios apropiado» en el Parlamento de Nueva Zelanda.
La semana pasada, el presidente del Gobierno espanol, Pedro Sanchez, aparecio ante los medios sin corbata. Animo a sus ministros y otros trabajadores a deshacerse de sus corbatas para ahorrar energia haciendo funcionar el aire acondicionado en el calor abrasador del verano.
El comentario de Conaghan, probablemente sin querer, se hizo eco de uno hecho en la prensa hace 100 anos.
En 1922, Fred Wright escribio al editor del Daily Telegraph de Sydney. Le preocupaba lo que constituia un atuendo de trabajo inteligente y profesional cuando algunos sugirieron que era hora de que se flexibilizaran los estandares.
Wright describio los desafios que enfrentan los hombres jovenes de quienes sus empleadores esperaban que «parecieran respetables», pero que sabian que ir sin cuello y sin corbata se consideraba poco profesional.
Un hombre joven no debe vestirse para el trabajo tan informalmente como lo hace para un picnic, como estos excursionistas en 1928. Biblioteca Estatal de Australia Meridional
Menos hombres se vistieron de traje y corbata para la oficina en los anos siguientes, lo que refleja estos estandares cambiantes. Esto tenia que ver tanto con el clima australiano como con la disponibilidad de nuevas prendas de vestir. La ropa deportiva y las prendas separadas se veian elegantes, aseguraron los expertos en moda masculina, aunque algunos aun defendian el traje y la corbata como el pinaculo del poder y la profesionalidad.
A pesar de las objeciones de Conaghan, los hombres australianos se han ido sin corbata mientras siguen luciendo profesionales durante decadas. Y la mayoria de los politicos estan atentos al rico potencial de la ropa para comunicar una variedad de otros mensajes: a traves de un chaleco de alta visibilidad y un casco, o una chaqueta North Face.